Este proyecto en el corazón del Eixample en Valencia nos dió la oportunidad de transformar una vivienda de los años 30 en un hogar para una familia actual. Se ha intervenido de forma integral en la vivienda, con el objetivo de actualizar su configuración interior y mejorar su relación con la luz y el espacio. La intervención se centra en redefinir las proporciones y recorridos interiores, buscando una mayor continuidad visual y una percepción unificada del conjunto.

La distribución original, fragmentada y oscura, se reorganiza para generar estancias más amplias y conectadas. La luz natural se convierte en el eje del proyecto, filtrada a través de grandes paños de cortinas translúcidas en la fachada del chaflán que matizan la intensidad y aportan una sensación constante de claridad. Este tratamiento lumínico refuerza la atmósfera tranquila y homogénea que domina toda la vivienda.

En el interiorismo, la elección de materiales y colores se orienta hacia la neutralidad y el confort visual. Los tonos del  suelos aportan calidez y continuidad, mientras que los tonos arena, beige y piedra construyen un fondo sereno sobre el que destacan piezas de mobiliario cuidadosamente seleccionadas. El sofá modular de líneas suaves y los elementos negros en contraste —mesas auxiliares, estructura de silla, espejo— introducen una lectura más contemporánea y equilibrada del espacio.

Cada detalle responde a una voluntad de depuración: luminarias suspendidas con componentes en madera y vidrio opal, carpinterías integradas y un uso contenido del color. La intervención no busca el impacto, sino la coherencia entre estructura, luz y material.

El resultado es una vivienda que transmite serenidad y orden, donde la intervención arquitectónica y el diseño interior se funden en un mismo lenguaje. Una actualización integral que prioriza la calidad espacial, la luz y el confort cotidiano.